El proyecto está situado en la esquina de una manzana del distrito de Sant Gervasi, en Barcelona. Desde un inicio, se entiende el mercado como un espacio singular de reunión para la gente. Se trata de un “ágora” que fomenta la interacción social a través de la actividad comercial.
La primera decisión consiste en alinear el volumen a la calle y generar un paso al interior de manzana, dando lugar a un mercado eventual exterior con presencia de vegetación. Por otra parte, la pendiente pronunciada de la calle Escoles Pies origina un desnivel dentro del edificio que abre la posibilidad de crear entradas a diferentes cotas.
En planta baja, unos recorridos con locales comerciales aportan actividad a la calle y la entrada principal del mercado. Dicho acceso es una prolongación de la calle Carrencà, desembocando en un doble espacio que articula las diferentes plataformas del edificio. Una pérgola de madera situada en el punto más alto de la parcela marca el segundo acceso, al mismo tiempo que delimita la plaza interior de manzana. La tercera entrada relaciona el mercado cubierto y el mercado al aire libre, creando una variedad de recorridos para los usuarios.
La estructura del edificio consiste en una sucesión de pórticos de madera que varía en altura para adaptarse a los condicionantes del entorno y programa. Una piel de paneles de policarbonato permite la entrada de luz natural difusa al interior. De esta manera, se provoca un efecto invernadero que mejora el rendimiento energético del espacio en invierno. En verano, el vacío del doble espacio y la apertura de las ventanas abatibles favorecen la ventilación natural. Las plantas trepadoras limpian el aire viciado y activan los sentidos de la vista y olfato que todo mercado necesita.